domingo, 4 de marzo de 2012

A 35 AÑOS DE LA MUERTE DE ANDRÉS CAICEDO(1951-1977)


Un argumento que Chejov pensó pero que nunca llegó a plasmar en un papel:
Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, regresa a la casa y se suicida. La anecdota encierra una paradoja difícil de explicar.
Ahora juguemos un poco con el personaje, la geografía y las circunstancias, e imaginemos lo siguiente: En Cali, Colombia, el 4 de marzo de 1977, un escritor genial, joven, rebelde y desconocido, recibe en mano el ejemplar de su primera novela editada, va a la casa y se suicida.
Lo de Chejov es ficción, lo segundo, lo del muchachito caleño talentoso que desde muy chico descubrió el sentido trágico de la condición humana, es realidad, es Andrecito Caicedo, recibiendo el ejemplar de su primera novela, "Que Viva la Música", va a la casa, y se toma 60 pastillas de seconal, le prende fuego a su estómago y da cumplimiento a la frase esa que había largado un tiempo atrás: "Vivir más de 26 años es una insentatez".
Caicedo admiraba a Chejov, como a tantos otros escritores: Poe, Borges, Cortázar, Lovecraft, Hawthorne, Melville, Connolly, Echenique, etc. Cinéfilo hasta la perdición, era probablemente al momento de su muerte el tipo que más sabía de cine de todo colombia. Sus directores preferidos: Buñuel, Corman, Bergman, Peckinpah, Truffaut, Polanski, Huston, etc.
Sobre su trágico final los editores Ospina y Romero Rey escriben: "Aquí, en Cali, nació Andrés, un desesperado que no quiso perder un minuto de tiempo porque sabía desde muy joven que tenía una cita pendiente con la muerte".
A algunos les gusta ponerle un nombre a ese desenlace y lo llaman "Crónica de una muerte anunciada". Por cierto, nada más infeliz que esa frase, su literatura no tiene nada que ver con García Marquez y el realismo mágico. Es más, Alberto Fuguet, escritor, estudioso de la vida y obra de Andrés, afirma que a Caicedo lo mató Macondo. No sé si es para tanto, lo concreto es que su literatura urbana estaba a años luz de generales que levitan a la hora de la siesta. Sus personajes no tenían nada de mágico, ni de fantástico, ni de superticiosos, se trataba de simples jovencitos alcanzados por la marginalidad, la violencia, el rock, la rumba, pibes que tomaban a la muerte como una compañera más de sus andanzas nocturnas.
Caicedo a través de su obra ha logrado retratar de una manera incomparable la Cali de los finales de los sesenta y principios de los setenta. Igual que hizo Joyce en el Ulises con Dublin.  
Su descarnada literatura tal vez pueda explicarse desde sus origenes mismos. Al respecto, es el mismo Caicedo que dice en la primera página de esa especie de diario que se publicó en forma póstuma, como casi toda su obra y que se llama "El cuento de mi vida": "Antes, mucho antes de que me prendara de mujer alguna, mi corazón ya habia sido ganado por la violencia. Dicen que mi madre se puso fea cuando me tenía adentro, de tanta pata y manotazo que le di. Y al nacer la dejé con 40 kilos de menos. Fui un niño gordo, cabezón, travieso como él  solo. La primera cagada que recuerdo fue en el Kinder del Pío XII: rellené de anzuelos un ponqué de navidad, y varios alumnos resultaron heridos. No me pudieron probar nada pero de todos modos me expulsaron y de allí pasé al liceo Ciudad de Calí en donde me la pasaba soñando con cagadas por venir".

OBRA:
-¡Que viva la Música!
-Noche sin Fortuna
-Calicalabozo
-Destinitos Fatales
-Angelitos Empantanados
-El cuento de mi Vida
-Mi cuerpo es una Celda

Termino con una de sus frases: "Buenaventurados los imbéciles, porque de ellos es el reino de la tierra".


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar