jueves, 16 de agosto de 2012

PEDRO CESAR MALVIGNE (1916-2000), LA ASPIRACIÓN DEL VERDADERO POETA


Fue primer premio municipal de poesía de la Ciudad de Buenos Aires en 1961 por su libro "Llanto por Luisa" y en 1964 Faja de Honor  de la Sociedad de Escritores de Buenos Aires. 
Lo conocí en mi infancia. Nunca supe los motivos, pero todos lo llamábamos por su segundo nombre: César.
Sin ser pariente era como de la familia. Después de todo, la nuestra era una familia de artistas: había una profesora de piano, un director de teatro vocacional, una actriz, un actor, un profesor de guitarra y después, bien lejos, veníamos nosotros, el resto de la familia, que sin ser nada amábamos el arte. Lo único que nos hacía falta era un escritor para hacerla completa, un poeta y también un ensayista. Pedro César Malvigne cumplía largamente esos requisitos.
En aquellos años, los setenta, compartimos infinidad de domingos en lo de mi abuela. Lo veo llegando a la hora de la siesta, engominado, vestido impecablemente, siempre de saco y corbata, con medias y zapatos haciendo juego, atravesando la larga galería de la vieja casa de Banfield, con el diario dominical y un libro debajo del brazo. Era infaltable, siempre traía un libro con él, como si fuera un documento de identidad. En la puerta había dejado estacionado su Fiat 1100 de color azul. El coche estaba en buen estado pero subirse a él era todo un desafío, sobre todo en la parte de atrás, siempre invadida de miles de papeles, fotocopias de expedientes y escritos (Malvigne era abogado), manuscritos de sus poemas y demás trabajos literarios, libros, etc. 
Yo que tendría diez años pensaba que el hombre vivía siempre distraído, en la luna. Cuando me hice un poco más grande me di cuenta que un escritor a veces camina en la cornisa, entre dos mundos, ensimismado en sus propias historias, llevando a cuesta la soledad del oficio y el peso de sus personajes.      
Siempre se comentaba en la familia de lo bien que escribía, de sus premios, de sus presentaciones y de sus notas que publicaba en el suplemento literario de Clarín y Noticias Gráficas. Él sin embargo no le daba demasiada importancia ni a lo premios, ni a las buenas críticas que recibía en ese entonces del mundo literario, mundo que luego lo olvidaría, como muchas veces hace con sus grandes escritores. 
Hablaba poco, pero para ser afectuoso no hace falta decir mucho. Y él lo era. De su boca escuché por primera vez el nombre de famosos autores que leería años más tarde: Dostoivski, Flaubert, Strinderberg, Nervo, Rimbau, y por supuesto su gran amigo Pedro Miguel Obligado, quien dijo de su obra: "PEDRO CÉSAR MALVIGNE CONSIGUE REALIZAR LA ASPIRACIÓN DEL VERDADERO POETA, SER INTERPRETE DE LAS VOCES AJENAS Y EMBELLECERLAS EN LA ARMONIA DE SU CANTO, PORQUE SU POESÍA TIENE UN ENCANTO QUE NACE DE LA DEPURACIÓN Y COMO LA ELEGANCIA VERDADERA, APENAS SE PERCIBE; PORQUE EL BUEN GUSTO VELA, COMO UN TUL, UNA BELLEZA QUE NO DESEA SORPRENDER.
El prestigioso escritor y crítico Ezequiel Koremblit a su vez opinó: MALVIGNE ES UN AUTENTICO ENSAYISTA COMO AUTENTICO POETA.
En su ensayo " El Dolor de los Grandes", logra probar sobradamente su tesis: los escritores más grandes tienen un denominador común: sus vidas están atravesadas por el dolor. Dice textualmente: "Es preciso un conflicto interior, por lo general desconocido, para que aparezca el artista. El dolor de los grandes, la angustia que apretó la garganta a escritores y poetas, con invisible mano, es la materia con la que están hechas las obras en las cuales nuestra alma busca, por extraña paradoja , un poco de paz; nuestro espíritu una gota de miel y nuestro corazón su regocijo". Malvigne finaliza: "El dolor de los grandes... sin él no tendríamos ni la rosa empurpurada, ni la eclosión de luz, ni la flor nivea, de las cuales está sediento nuestro espíritu".




Después de los veinte empecé a frecuentarlo de manera más esporádica, pero nunca me olvidé de él. La última vez que nos encontramos, de pura casualidad, fue en un bar de Lomas de Zamora. Miraba la calle a través del vidrio, pero no veía nada. Entré. Se puso contento cuando me vio. En la mesa encontré lo de siempre, un libro (no recuerdo cual), un cuaderno y un diario. Tomamos café. Recordamos un pasado que a los dos nos dolió por igual. Me hizo un elogio, dijo que yo sabía mucho de literatura, que alguna vez debería intentar escribir algo.  Me sonreí y sobre todo me puse colorado. No dije nada. Después le pregunté si seguía escribiendo. Con un gesto de resignación me contó que estaba tratando de ordenar algunos escritos, terminarlos, corregirlos, esas cosas que siempre hacen los escritores. Después nos quedamos en silencio hasta que dijo: "Sí, sigo escribiendo, lo que pasa que a la vejez me puse más exigente, son pocas las cosas que logran sobrevivir". Lo miré fijamente. Era verdad, estaba viejo y tristemente atravesando un notorio trance de decadencia física. Nos despedimos. Un tiempo después me llegó la noticia de su fallecimiento. 

El otro día me acordé de él. Busqué sus libros en mi biblioteca, vi con emoción sus afectuosas dedicatorias y escribí esta nota. Y ahora que estoy terminado de escribir me doy cuenta que tenía razón: Son pocas las cosas que logran sobrevivir, con una excepción, por supuesto, la voz de un poeta.
CLAUDIO MIRANDA


DE PUÑO Y LETRA:

ESTACIÓN DE PUEBLO

Dos andenes nomás y una campana,
la que anuncia con juvenil sonido,
la partida del tren de la mañana
que va, rumbo a la dicha, conducido.

El pasaje invariable, ayer y ahora,

bien lo conoce el auxiliar y el peón,
una rubia muchacha soñadora, 
un grupo de estudiantes chacotón.

Se marcha el tren cruzando selva y río,

con su carga pesada de ilusiones
hasta llegar a la ciudad remota.

y la misma campana, con hastío, 

suena en la noche con sus tristes sones, 
pues vuelve el tren con la esperanza rota.

(Poema del Libro "Biografía del Corazón -  1978)


SU OBRA

Romance de la Extranjera ( poemas 1955)
Llanto por Luisa (poemas 1961) 
La Hora de Sexta (poemas 1963)
Amado Nervo, fraile de los suspiros (ensayo - 1964)
Trayectoria de una Lágrima (poemas - 1966)
Pedro Miguel Obligado y el dolor de los grandes (ensayo - 1967)
Biografía del corazón (poemas - 1978)
Veinte sonetos de amor (poemas - 1986)
El dolor de los Grandes (2° edición - 1987)
La flecha Azul (poemas, inédito) 

PREMIOS

-Primer premio municipal Ciudad de Buenos Aires de poesía (1961)
-Faja de Honor de la sociedad de escritores de Buenos Aires (1964)



  

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