viernes, 3 de febrero de 2012

LOS PIBES Y LA LITERATURA

El 3 de noviembre del año pasado tuve la satisfacción de ser convocado, en mi condición de escritor, por las autoridades del municipio de Lomas de Zamora a participar de la Expo Educativa que se realiza todos los años. La idea era brindar una charla sobre literatura a estudiantes secundarios de colegios públicos y a alumnos del magisterio. Mi temor de encontrar una sala con sillas vacías, o con pibes bostezando a todo trapo ante mi exposición, quedó rápídamente descartado ni bien llegué. Me encontré con un publico juvenil interesado en escuchar a un escritor local hablando sobre literatura. Sin dudas, "El plan Nacional de Lectura" implementado desde el año 2008, uno de los tantos aciertos que tuvo el gobierno actual en materia cultural, debe haber tenido mucho que ver en ese entusiasmo que rápidamente descubrí en el auditorio.



Hablé de varias cosas. Dije que un escritor de ficciones es antes que nada un gran mentiroso. Todos me miraron con asombro, pero no me achiqué, sí, señores, no soy la excepción, están en presencia de un gran mentiroso. Si no se sabe mentir es imposible escribir buenas historias. Dije también que la línea que separa a un lector de un escritor es muy fina, en todo caso, es sólo una separación temporal, ya que todo escritor antes que nada es un lector, y un lector es siempre un potencial escritor. Manifesté que al margen de los beneficios naturales de la lectura (escribir sin faltas de ortografía, expresarse fluidamente, acceder al conocimiento), leer representa siempre una gran aventura, un buen lector logra meterse en la piel del personaje y le pasan cosas, incursiona en peligros, reales o imaginarios. No me cansé de repetir la frase: "Leer es en definitiva una forma de trascender la mediocridad de lo cotidiano". Aconsejé la lectura de un cuento de la escritora brasileña Clarice Lispector, "Felicidad Clandestina", ya que a su protagonista, una nena de 10 años, leer le causa justamente eso:  una felicidad que ella define como clandestina. Leer es, en definitiva, un acto solitario que al mismo tiempo nos acerca al mundo. También mencioné a la escritora Patrica Highsmith y uno de sus cuentos que me había obsesionado, y que había leído la noche anterior ("Algo que trajo a rastras el gato"), como un buen ejemplo de lo que le pasa a uno cuando accede a una buena historia.



Dejando atrás al lector y poniéndome en la piel del escritor, entre otras cosas, dije que cuando escribo un cuento no tengo la menor idea de dónde me apareció la historia. O en todo caso sí lo sé: de la nada. A veces una frase, una pequeña idea es el detonador de un cuento. Dije también que cuando termino de escribir una frase en un cuento, nunca sé cual seré la siguiente: Esa incertidumbre, sin embargo, es una de las cosas que más me gustan del oficio de escribir. 
Agregué que un escritor dice cosas con lo que escribe, pero también con lo que calla. En una obra, a veces, es más importante lo no escrito.



Afirmé que el  proceso de corrección de una obra me apasiona tanto como la escritura. Un famoso escritor ya fallecido, dijo que uno escritor más que escribir, es un tipo que se la pasa corrigiendo. Luego llegó el tiempo de las  preguntas que espero haber logrado responder adecuadamente.
Por último, algunas anécdotas que sucedieron. De todas ellas, me quedo con ésta:  en la calle un grupo de chicas que cursaban el magisterio me preguntaron si podían sacarse una foto conmigo, cosa a la que accedí de inmediato. Una de ellas me dijo sin anestesia: "Yo soy fana de Herman Hesse". El tono futbolero que empleó me fascinó. La mezcla de pasión deportiva y literatura era una combinación casi perfecta. Pensé: "Por las venas de esta piba corre la sangre de la literatura".
-A mi también me gusta mucho-respondí.
-El Lobo Estepario es lo mejor que escribió-dijo ella.
-Sí, creo que sí-coincidí.
-Ganó el premio Nobel-dijo ella.
-Sí, lo ganó en los tiempos en que el Nobel de literatura era algo serío, más o menos en la misma época que se lo daban a escritores como Camus o Samuel Beckett, no la payasada en lo que se convirtió ahora-afirme.
-Y pensar que algunos lo critican-dijo la chica.
-Es cierto. Dicen que escribió para adolescentes. Pobres tipos, no se dan cuenta que en realidad lo están elogiando.
La chica me miró raro. Yo completé la idea:
-Escribir sobre la adolescencia debe ser una de las cosas más difíciles, igual que escribir sobre la vejez. Son edades de gran complejidad y de gran riqueza espiritual. Los dos extremos, nena, por un lado, la época del descubrimiento de la verdad que se nos mantuvo oculta, el tiempo de la ruptura, y por el otro, el momento de la preparación para el final.  Lo otro, lo que transcurre entre un extremo y el otro, no es tan importante, más bien, es puro relleno.
La chica abrió muy grande los ojos. Me di cuenta que mi apreciación había sido muy terminate con alguien que además de amar a la literatura estaba a punto de entrar en eso que yo despectivamente había denominado "relleno". Traté de subsanar el error. Creo que lo logré:
-Pero no me tomes en serio, es sola la opinión de un escritor desconocido, vos sabes que los escritores somos todos medios locos.
-Sí, lo sé-dijo ella-son todos medios locos.
Después me pidio si se podía sacar otra foto conmigo. Llamó a su amigas de nuevo. Antes de gatillar, alguién dijo Whisky. No sé a ustedes pero me a mi me parece que salió bastante bien:



Claudio Miranda


                            

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