lunes, 18 de agosto de 2014

EL RASTRO DE CORTÁZAR EN BANFIELD

El próximo 26 de agosto se cumplirán 100 años del nacimiento de Julio Cortázar y la palabra Banfield resuena con fuerza. Muchos de sus cuentos transcurren en Banfield, entre ellos y sólo para mencionar algunos: "Deshoras" y "Los Venenos". Es que allí Don Julio vivió su infancia y su primera adolescencia.
Como oriundo y habitante de Banfield puedo asegurar que su alma sigue dando vueltas por el viejo empedrado del barrio que queda al oeste de las vías del ferrocarril, por su plaza y en la estación de trenes también. Ni hablar de esquina de Maipú y Belgrano, en donde entonces se levantaba la escuela N° 10  en la que cursó la primaria. Don Julio sigue presente en todos esos lugares. A los cortazianos les digo que es muy fácil llegar hasta allá. El tren eléctrico en Constitución, veinte minutos de viaje y Banfield, y el mundo inmenso de Cortázar que se abre profundo y misterioso ni bien pongamos un pie en el andén.



Entre el 26 de agosto de 2014 y el domingo 31 Banfield será una fiesta recordando al maestro. Este es el programa de actividades:
26 de Agosto 10 hs : colocación de un busto del escritor en la esquina de Maipú y Belgrano
26 de Agosto 20 hs : Charla debate con los escritores Vicente Zito Lema, Jorge Deschamps y Gloria Archuschin en el teatro Ensamble (Larrea 350)
27 de Agosto - 20 hs:  Inauguración  muestra de artes plásticas en la escuela X Arte en Alsina y Rincón
28 de Agosto - 20 hs: Narración oral de cuentos a cargo de la cuentista Liliana Bonel en el cine Maipú
28 de Agosto - 21 hs: Proyección de la pelicula el Perseguidor en el centro cultural espacio Pucheco en Arenales 1555.
29 de Agosto: - 22 hs : Concierto musica jazz (la preferida de Cortázar) a cargo de la Maidana Jazz en el teatro viejo Varieté en Maipú 540. (se interpretará a Charlie Parker)
31 de Agosto: durante todo el día: fiesta de murgas, concursos de pintura, una feria de libros y juegos, por supuesto, la clásica "Rayuela".


Banfield en el cuento Deshoras:
   Un pueblo, Bánfield, con sus calles de tierra y la estación del Ferrocarril Sud, sus baldíos que en verano hervían de langostas multicolores a la hora de la siesta, y que de noche se agazapaba como temeroso en torno a los pocos faroles de las esquinas, con una que otra pitada de los vigilantes a caballo y el halo vertiginoso de los insectos voladores en torno a cada farol. A tan poca distancia las casas de Doro y de Anibal que la calle era para ellos como un corredor más, algo que seguía manteniéndolos unidos de día o de noche, en el potrero jugando al fútbol en plena siesta o bajo la luz del farol de la esquina mirando cómo los sapos y los escuerzos hacían rueda para comerse a los insectos borrachos de dar vueltas en torno a la luz amarilla. Y el verano, siempre, el verano de las vacaciones, la libertad de los juegos, el tiempo solamente de ellos, para ellos, sin horario ni campana para entrar a clase, el olor del verano en el aire caliente de las tardes y las noches, en las caras sudadas después de ganar o perder o pelearse o correr, de reírse y a veces de llorar pero siempre juntos, siempre libres, dueños de su mundo de barriletes y pelotas y esquinas y veredas.
  
Banfield en el cuento "Los Venenos"

  El sábado tío Carlos llegó a mediodía con la máquina de matar hormigas. El día antes había dicho en la mesa que iba a traerla, y mi hermana y yo esperábamos la máquina imaginando que era enorme, que era terrible. Conocíamos bien las hormigas de Bánfield, las hormigas negras que se van comiendo todo, hacen los hormigueros en la tierra, en los zócalos, o en ese pedazo misterioso donde una casa se hunde en el suelo, allí hacen agujeros disimulados pero no pueden esconder su fila negra que va y viene trayendo pedacitos de hojas, y los pedacitos de hojas eran las plantas del jardín, por eso mamá y tío Carlos se habían decidido a comprar la máquina para acabar con las hormigas.





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