lunes, 10 de febrero de 2014

CLARICE LISPECTOR Y EL MIEDO A ESCRIBIR


"Tengo miedo de escribir. Es tan peligroso. Quien lo ha intentado lo sabe. Peligro de hurgar en lo que está oculto, pues el mundo no está en la superficie, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que instarle en el vacío. En este vacío donde existo intuitivamente. 
Pero es un vacío terriblemente peligroso: de él saco sangre. Soy una escritora que tiene miedo de la  celada de las palabras: las palabras: las palabras que digo esconden otras. ¿Cuales? Tal vez las diga. Escribir es una piedra lanzada en lo hondo del pozo". (Clarice Lispector, (1920-1978) nacida en Ucrania, que vivió y murió en Brasil, fragmento extraído de su obra un "Soplo de Vida")   

La gran escritora brasileña (para mi esa es su nacionalidad, por más que haya nacido en Ucrania, se instaló en Recife desde muy pequeña y más tarde vivió y murió en Río de Janeiro) se refiere a ese otro miedo, el miedo de dar con un mundo debajo de la superficie y que sólo las palabras son capaces de descubrir.
Que tan distante de aquel otro, el miedo a la hoja en blanco, un temor chiquito,  mezquino, de gente igual de chiquita y mezquina. Incluso se han escrito frondosos e inútiles volúmenes para superar el terrible problema de la hoja en blanco. 
La hoja en blanco, injustamente estigmatizada. Este blog quiere reivindicar a la famosa hoja en blanco, ella siempre aparece cuando no tenemos nada importante que decir.  
Reivindico la hoja en blanco porque nos salva de la vulgaridad, del lugar común, de la estupidez, de lo artificial, de lo forzado, de la vanidad.  
Tengo cientos de hojas en blanco que guardo con celo, que muestro con orgullo a los mismos amigos a quienes confío mi obra. Mis hojas en blanco ocupan un lugar  destacado en mi estudio, al lado de los premios literarios que alguna gané y que creo no merecer.
No son todas iguales a pesar de su curioso parecido. Están las hojas en blanco de la muchas novelas que alguna vez soñé (y sigo soñando) y  las hojas en blanco de los cientos de cuentos que jamás pude parir.
La hoja en blanco. No se le puede tener miedo a una vieja compañera de ruta.  
Para mí, el único miedo válido es el que claramente explica Clarice Lispector, un miedo al que solo tienen derecho los grandes escritores, como ella, y que a veces, muy de vez en cuando, se esparce sobre otros que apenas intentamos escribir.