martes, 6 de mayo de 2014

38 AÑOS DE LA DESAPARICIÓN DE HAROLDO CONTI (1925-1976)

"Sólo soy escritor nada más cuando escribo. El resto del tiempo me pierdo entre la gente. Pero el mundo está tan lleno de vida, de cosas y sucesos, que tarde o temprano vuelvo con un libro. Entre la literatura y la vida, rescato la vida. Con la vida rescato la literatura. Y si no fuera así, la elegiría de todas maneras".

Otros tiempos, otros escritores. La notable frase pertenece al gran escritor chupado por una patota del batallón 601, el 5 de mayo de 1976, siguiendo así los pasos de otros intelectuales como Rodolfo Walsh, Paco Urondo, etc. El hecho se produjo a la llegada de su casa, en el barrio porteño de Villa Crespo.

Notable la definición del maestro Conti, porque 38 años después, estamos frente un universo de escritores (por supuesto, que hay excepciones)  que hace exactamente lo contrario, son escritores full time, las 24 horas del día, los 365 días del año, dando charlas, conferencias, vertiendo opiniones en diarios y suplementos literarios, haciendo viajes, y la pregunta es inevitable ¿Cuando escriben?  Demasiado charlatanes. ¿Un escritor no habla solo a través de lo que escribe? ¿Qué es tan imperioso que no puede callarse?

Antes de ser periodista, hizo de todo un poco: Fue actor, seminarista, camionero, piloto, profesor de latín.
En su obra, es imposible no hablar de la novela Sudestada (1962). Sus cuentos inolvidables, perdurarán siempre. Mis preferidos son "Todos los Veranos" - "Los Novios"- "Muerte de un hermano"- "Como un león" - "Las doce a Bragado" - "Perdido".

Es bueno recordar que los responsables de su desaparición y las de los otros 30.000 compatriotas caminaban tranquilos por las calles del país hasta mayo del año 2003, hasta que los gobiernos de Néstor Kirchner, primero, y luego, Cristina Férnández de Kirchner, tuvieron la decisión politica, histórica por cierto, de avanzar en el plano de la reparación, de la justicia olvidada hasta ese momento. Desde entonces, se realizan innumerables juicios que han ido encarcelando en cárceles comunes a los atroces genocidadas. El despreciable dictador Videla, tambien es bueno recordar, terminó sus miserables días en una celda común, algo impensado, treinta años antes.

Dijo Eduardo Galeano de su obra: "El Mago es viejo. Su voz dice palabras de mucha hermosura. Cuando él se pone a contar, la memoria corre con tanta inocencia y libertad que uno siente capaz de saltearse, para siempre, el día de la muerte".




Hoy su  obra está más vivo que nunca. "Compañero Haroldo Conti", ¡Presente!

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